La belleza de fatiga y el sabor de la aventura

Creo que en algo Eroica le debe también a Cuba. No hay proyecto que nazca sin pasión, sin tensión civil, esa idea de mejorar el mundo subyace en toda empresa donde haya algo más que negocio.

Fui a Cuba por primera vez en septiembre de 1989, con el Muro de Berlín aún en pie, con Gorbachov que parecía traer un nuevo verbo capaz de superar guerras frías y calientes. Me encontraba entre los que empezaban a mostrarse escépticos ante cierta política y los muchos sacerdotes autorreferenciales que la convertían en profesión. Ya había escrito una especie de testamento político mínimo en el que me distanciaba de la casta emergente. Con los ingresos de ese primer libro, que seguía siendo único en su género, me pagué el viaje y la estancia. Brigada José Martí, trabajo voluntario para la Revolución o al menos para lo que quedaba de ella y la representaba. Estaba convencido de que ésa era la forma correcta de estar entre los olvidados del mundo, entre los peones, entre aquellos a los que el dinero acabaría aniquilando, la escoria de la historia, bestias de carga, en el mejor de los casos masas para las que crear y vender consumo. Había un mito que defender, una isla que había hecho su propia historia independiente a tiro de piedra del coloso estadounidense, capaz de dar ejemplo a todo un Continente Desaparecido. Para que se sepa, es también de estas experiencias, que he continuado en diversas formas de voluntariado en el Sur, de donde nació el espíritu de L'Eroica, la idea de que lo que quedaba del deporte y de ciertos territorios necesitaba un acto de coraje resistente. ¿Hoy en día? Otro mundo, me siento orgulloso de estar entre los que han perdido; un hemisferio ha desaparecido, Cuba está en un punto muerto económico, pronto cambiará. Esto no quita que siga siendo un destino formidable al que tender una pequeña mano, un lugar mágico donde la vida aún fluye lentamente, llena de sonrisas en medio de una evidente pobreza material. Haremos la Cuba Eroica, la política es ahora modernismo romántico, cosa de Barbudos en blanco y negro, de los tiempos en que Gaul ganaba el Giro y Bahamontes el Tour, dos escaladores puros, no volvería a ocurrir. Dos rutas, unas vistas de postal, entre palmeras, carreteras más rojas que blancas, centro en Caimito, donde estaba el Campamento, cuartel general de mi Brigada, y donde aún podemos alojarnos de forma espartana, para garantizar un precio que facilite la participación de muchos de nuestros héroes de Italia. Todo para el sábado 10 de febrero de 2024; porque el domingo 11 volveremos a pedalear, 40 km dentro de La Habana, con muchos cubanos en diversas formas. ¿A remolque? Esos coches de los años 50, los de antes de la revolución, un romántico patrimonio de la humanidad. Exactamente como Eroica y Cuba. Giancarlo Brocci